El cuerpo humano está conformado por todos los elementos de la creación, órganos y sistemas están directamente vinculados con cada elemento.

Fuego – Agua – Tierra – Viento

Nuestro actuar cotidiano está resuelto en un fino balance entre cada uno de ellos. Su equilibrio representa un estar – hacer armónico en nuestra vida. Al estar exaltado un elemento por encima de los demás se presentan situaciones que pueden determinar nuestra personalidad, nuestro estado de ánimo y nuestra salud y esto siempre sucede con tendencia a salir del estado de equilibrio armónico.

El mantener los elementos en un sano equilibrio dinámico implica conocerlos profundamente en sus aspectos físicos y místicos, en sus aspectos energéticos y vibracionales, en la profundidad de su aspecto sagrado.

Reconocer a los elementos en nuestro interior y su interrelación con todos los cuerpos implica un trabajo interior en el que se desarrolla una relación de entendimiento y que nos lleva a reconocernos en cada uno y a reconocer a cada uno dentro nuestro. A observarlos, sentirlos y escucharlos en sus manifestaciones más profanas y tambien en las más sagradas.