A la Diosa hay que conocerla. Al hacerlo nos conocemos y al sentirla nos sentimos. Su memoria, la memoria de su historia la cargamos en los huesos. Entenderla desde una perspectiva histórica nos ayudará a entendernos y liberarnos de los patrones mnémicos que de esta historia radican aun en nuestra piel. Liberarnos nos ayuda a resignificar el mito y dejarnos en el vacío. Solo así, de la nada es que se puede resurgir con todo el potencial.