Durante 10 días fui testigo de innumerables transformaciones. De personas que llegaron exigiendo y salieron abrazando, de seños que llegaron fruncidos y se fueron relajados. También fui testigo cuerpos frígidos que no podían sentir y salieron gozando la misma existencia.
Respirar para vivir es una delicia. Usar el oxígeno y el movimiento para resolver la mente y las emociones a través del cuerpo es un regalo divino. Por eso me gusta tanto respirar, por eso me gusta tanto hacer sagrado lo profano y profanar lo sagrado. Acercar a la realidad lo más sutil y llevar lo más denso de la existencia límite de lo intangible. Ahí la alquimia, ahí la transformación ahí la rendición a lo que es de la existencia.
He respirado por años, he sido voluntaria y organizado varios profesorados en CDMX para mi queridísima amiga Sajeeva Hurtado. He sido parte de la respiración en viveros por 5 años y realizado mi propia consulta y talleres. En este proceso he tomado muchísimas fotos de registro para todos los eventos. Como nadie tomo fotos, muchas fotos porque me encanta hacerlo y aunque ya no cargo la cámara profesional, ni público como antaño, lo sigo haciendo desde el celular. Es un ojo que no se va de la cara y que busca siempre expresarse a través de una lente, a lo cual me rindo a hacerlo cada que puedo.
Acercar a la realidad lo más sutil y llevar lo más denso de la existencia límite de lo intangible. Ahí la alquimia, ahí la transformación ahí la rendición a lo que es de la existencia.
Estos 10 días también me cambiaron a mí. En el pasado tomaba fotos de naturaleza y publicaba donde podía. Pero siempre había negado la posibilidad de hacer retrato y acercarme a la gente. Tomé la cámara, y respiré mientras todos respiraban, para penetrar el campo de la intimidad hacerme uno con los respirantes. Observarlos y capturar lo visto. Así yo también me transformé, no solo como persona desde donde tuve mis propios procesos, mis propias realizaciones, solté lo duro y lo esponjé de nuevo.
Mi más profunda transformación fue como fotógrafa, al retomar la cámara y asumir el rol me atreví a entrar en espacios muy personales para capturar instantes en donde el alma encaja con la divinidad y modifica el cuerpo. En instantes donde el dolor se libera, se vacía el cuerpo dejando espacio para el placer y el gozo. Segundos en los que el gozo se entrega para volver al vacío y seguir circulando la emoción. Una rotación de emociones, de sensaciones, de expresiones y de movimiento. Un placer y un agradecimiento profundo por haber sido testigo de tanta belleza, de tanta energía humana en movimiento, de tanta entrega de tanta cosa divina para la que no existen palabras.
Fueron días en los que pude acercarme a ofrecer una definición para estética capaz de mostrar la belleza de lo que en verdad lo que sucede al respirar. Una estética a color, a blanco y negro y en movimiento que queda como registro de lo sucedido. Que da fe de la Transformación de casi 50 personas que se van a sus habiendo movido desde lo más profundo su existencia para seguir adelante expresando sus verdades.
Disfruta, goza y comparte; pero nunca olvides respirar. Hazlo siempre consciente.
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